lunes, 23 de mayo de 2011

La Carta

Diciembre 2010.

Hace casi un año que las estrellas no se plantean influenciar tu camino provocando admiración en mi observar y deseo de mi pesar.
Hace más de un año; querida amiga que una nube oscura impide a tu inteligencia pasar.

Mas es de reconocer que, no eres –ni de suerte, ni de casualidad o causalidad- de ser la primera en sufrir –y gozar también- dicho momento que tan bueno o malo pueda ser; dependiendo si y solo si de la voluntad que se tenga de transformarlo.

Ignorando el hecho que me has provocado la peor de las faltas –de momento- es de reconocerte la precaria voluntad de negarte mi alma, tiempo y palabras a pesar de tu siempre “voluntuosa” involuntad de escucharme.

Es entonces a mi muñeca sin alma. Mataste la mía con tu caminar. Quisiste ignorar que me ignoraste. Te adoro, seré siempre tuyo; puedes darle gracias a Fritz.

Tus errores son mis pecados por aceptarlos. Mi estupidez es hacerte un Ditirambo a la belleza y tu perfección. El estúpido soy yo, tú solamente naciste sin alma.

En la muerte de la mía encontré mi tragedia, te encontré a ti y por ello todos los días doy gracias. Al matar mi alma pude volver a nacer.

¡Mi querida muñeca, mí querida amiga mi alma tienes tú!

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