domingo, 22 de mayo de 2011

El sueño más dulce

Un impertinente despertar, la vida afuera no vale la pena sin ese sabor. Sabor que nunca he conocido. Y que solo con sentirlo en el Olimpo me sentiría, eso como un Dios que todo lo pudo.

La luz de un atardecer, jamás pudo de mi sueño desaparecer. No la quise hacer desaparecer. Tu piel se convirtió en la miel que mi boca deseaba. Tu cabello perfecto, como siempre lo soñé. No es tu físico con el que quería estar, no es tu físico con el que ese momento estuve, fue con la esencia de la mujer de los ojos imposibles.

Tu misma tozudez, tu prepotencia, tu enojo y tu carácter tan tierno es lo que yo quise poseer. El sueño siguió en el mismo atardecer ¿por qué será que tuvo que languidecer?

Solo se, que con esos ojos desnudos frente a mi puedo dejarme caer. Mi vida se puede apagar, porque contigo he estado ya. Amo tu cuerpo sin figura, amo tu personalidad deslumbrante. Amo lo que eres y lo que tu ser me provoca ser.

Quisiera que mi vida siempre fuese tu atardecer, que en tu atardecer de mis ojos quisieras beber.

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