domingo, 28 de febrero de 2010

Sucia pasión y los sueños impertinentes

Siempre se presentara de la manera más abrupta posible y nunca de la manera más placida.
En la búsqueda de la tranquilidad y de la certeza sobre todo; de que todo está bien, justo donde tiene y con quien tiene que estar. De repente no es así. Al levantarse de la cama, justo en la madrugada, se sabe que al despertar deberás buscar la escala Ritcher para darte cuenta, si solo fue un sueño, o bien; un deseo reprimido desde lo más profundo de tu ser.
Sabes perfectamente, que tiene que ser un secreto “nadie lo puede saber”. Pero es hacia el primer lugar donde envías la información. La escala, poco a poco la empieza a manipular quieres que ascienda, deseas una gran Hecatombe,
Esa pasión, ese sueño, esa otra realidad TU SOLAMENTE TU la has creado, eres el benefactor de que crezca, de sentirla dentro de tu ser, no es ella; jamás ha sido ella.
Las palabras, para definir eso, esa pasión, esa sucia pasión no se dan, o realmente ya hinchada la burbuja, inicias la marcha atrás. ¿Porque? El creador de la sucia pasión y el “alter ego” creador de la Impertinencia se esconde, estas solo. ¡Cobarde!!!
Pero, la malvada y siempre maquiavélica impertinencia da resabios de su existencia, lo malo; reconoces es que esa impertinencia te puede sepultar dentro de dos tumbas, dos tumbas.
La impertinencia aguarda el momento Imperfecto, pero deseas el momento Perfecto, claro todos queremos ese momento perfecto para convertirnos en el humano, que simple y sencillamente obedezca el llamado de la naturaleza, el instinto.

sábado, 27 de febrero de 2010

EL Diamante y el (El) Lapidario


En un fondo rojo las flores resaltan mucho más y el diamante del ser parecía nunca apagarse.
Eres la presea más deseada y a la vez mas desechada; la belleza del diamante no se ve, es el fondo rojo; el vestido rojo que llama la atención y las ganas de tomar un sorbo de tu sangre, de tu dulce, joven y hermosa sangre.
En tu intención de pintar el mundo de tu rojo has entregado el Diamante, con la única intención que este sea pulido, cortado en lados iguales; intentando alcanzar la perfección; pero un vendedor de Diamantes no es el Lapidario.
El objetivo es no es perfeccionar y hacer brillar al Diamante, el objetivo es tenerte a su merced y quitarte el rojo y así; solo así poder beber toda la sangre. Con esto poco a poco tu Diamante, pierde valor, color y su mero significado. El trofeo es el Rojo, ardiente y temporal pero espectacular rojo.
No sabes, que bien el Lapidario espera su momento, ese momento llegará y al tener el Diamante en sus manos, hará los cortes más precisos que jamás haya hecho en su vida de Lapidario. Muchos Diamantes se encuentra un Lapidario en su vida, pero tiene una oportunidad de hacer su mejor trabajo, donde el tiempo se convierte en el cuadrante necesario para detenerlo tomando el molinete de sus experiencias y cualidades para mover el Diamante a donde le sea necesario.
Pero como todo Lapidario, toca y retoca el Diamante para dejarlo a un lado y entregarlo (venderlo) a alguien, que no va saber que el “trabajo artesanal” tiene el mismo o más valor que el cognoscitivo.
De igual manera El Lapidario de tu vida, de tu ser y tu Diamante no podrá estar toda la vida tocando y retocando, pero no habrá otro que te toque, te haga sentir y te haga ver como lo eres, como un autentico Diamante. Hasta que se manifieste la tota y misma naturaleza humana, existirá otro Diamante no tan brillante, no tan grande, no tan espectacular que te hará bajar del cuadrante, el tiempo ya no es tuyo; ya no brillas igual. El brillo se extinguió.

J. Joaquín Sagastume

viernes, 26 de febrero de 2010

Fisiocracia, carroñeros y Filología

Te carcome, te hace ser egoísta…
Nunca los ves y cuando los ves; pues claro, son simples y hasta rabiosos extraños. La mirada inocente de hace años ha cambiado, la felicidad en esos ojos ha desaparecido. Simplemente esperan un soplido de la muerte; para que las hienas se abalancen sobre el cadáver que yace pero que deja mucho de dónde tirar, morder y del que todos los días jadeas, esperando que hoy se de ese soplido.
Ahora esa mirada no habla es muy silenciosa, sigilosa hasta cierto punto, así sea que se encuentran tertulias, bromas o mímicas de por medio. No te das cuenta, no se dan cuenta esa mirada está ahí, no pertenece al Gran Hermano, es la mirada del filólogo del ser, aunque no se dan cuenta ya es un filólogo. Se asquea, le repugna la espuma que cae de sus bocas, de tu boca que cuando los “textos” son expuestos para que los hienas y buitres puedan rondar, para percatarse de que el soplido; está muy cerca.

La hiena desde cerca, se deja entrever, a carcajadas falsas e hipócritas le habla al búho, diciéndole entre risas, que de verdad le respeta y admira sus funciones. Claro, le admira su bello plumaje que ha adquirido con el tiempo. El buitre, desde lejos, se deja ver únicamente cuando el búho está enfermo, esperando de una vez por todas dejarse ir hacia el cadáver. El filólogo, puede ver lo que el búho, ya con el tiempo no puede distinguir. Prefiere no hacer comentario a lo que ve, simplemente ver, pasar y dejar; en definitiva aplica la frase de Jean-Claude Marie Vicent de Gournay, laissez faire, laissez passer. Ya tendrá que aparecer la “mano invisible” de Smith, haciendo justicia.
El filólogo no espera premio por sus observaciones, no le corresponde a dicho personaje tomar la justicia, es en este caso a Smith (La vida) quien se encargara, que por una vez aparezca la Mano Invisible.

laissez faire, laissez passer