viernes, 25 de junio de 2010

Entorno asqueroso

Desafortunadamente, no hay; no existe ese tren, autobús o vía que dirija al Ser hacia su Montaña; para así poderse resguardar de todo lo que hoyo poco a poco, se prepara para hacerlo sufrir día tras día.
¿Qué le depara entonces, a ese Ser; ese Ser que nada tiene ni quiere ver con este asqueroso entorno? ¿Sera que la respuesta, se encuentre dentro de un enfoque dionisíaco?
Buscando los placeres de manera continua, para que ese placer nunca acabe y así no dejar volver a prestarle atención a ese entorno, que hace que el mismo Ser se sienta fuera de un contexto cronológico, racional y cultural.
Convierte esto al Ser en una pobre ánima, incapaz de encontrar el placer de manera casual viéndose entonces, obligado a encontrar la causalidad del placer. Entonces, se debe olvidar a Dionisio. ¡Claro que Dionisio vive en el Ser! Pero nunca deberá mostrarse una entera devoción por una vida dionisíaca, se debe encontrar el balance y serenidad en algún momento.
¡Apolo entonces! Si, esas artes son tan liberadoras, esperanzadoras; que por ellas mismas se encargan de que el Ser olvide el entorno en el que radica-siempre y cuando este Ser no haya llegado aún a su Montaña donde todo es liberador por naturaleza- que de manera abrupta ahora, le parece tan estridente y ofensivo.
¿Pero entonces, a que artes se puede y debe abocar el Ser de manera objetiva para liberarse de las cadenas que lo tienen tomado del alma día a día?
El Ser, día a día necesita una razón, una señal que le haga saber que ha llegado en el momento idóneo. Al hacerse esas preguntas sobre cómo y con que ha de ignorar al entorno (tan asqueroso) ya está dentro de un camino, hacia esa Montaña ¡Liberadora Montaña!
En un momento tan ínfimo, ni en una hoja se puede descifrar la forma de cómo se ha de liberar el Alma y el Espíritu. Pero le indica, que ya está dentro del camino; peor sería formar parte activa de ese entorno.
Por el momento queda entonces; dar gracias, seguir con el camino y esperar que Zoroastro ilumine el interior del Ser.
¡Qué fácil hubiese sido nacer par de siglos antes!