sábado, 21 de agosto de 2010

Indicios de una carta II

No puedo ser Fritz;
menos serás tú Salomé.
Más ello no evita; no impide,
qué propio caso no llegue nunca;
a repetirse en tu personalidad.

***
Soberbia; "talento" intelectual y torpeza al pensar;
es capaz de ametrallar el raciocinio.
Con un absurdo ideal
se puede otorgar;
fisiológica superioridad.

¡Maldición de animal!

Mujer sin palabras

Te reconocí en la misma hora de los insultos del alma.
Llegue admirar tu forma tan pronta, irrisoria, instintiva y poco difícil de hacerme odiar.
No son más que estas pocas líneas que te pueden dar al menos un reconocimiento de tu condición, una sucia condición.
¡Y tu estado es permanecer sin mis palabras, por toda una eternidad!
No puedo odiar quien soy, odio de manera tan fácil en quien tu me puedes convertir.
Tómese nota, léase la misma; pues es el poema que nunca más se ha de pronunciar.
Mujer sin palabras por siempre serás.

Dama de Oro...

Un aura espectacular que paraliza corazones y si no lo hace; vuelve al oído capaz de escuchar a la bomba de vida humana.
Un aura dorada que únicamente puede ser catalogada de oro; un rostro que irradia brillantez. Venus, Afrodita han acordado posar en su ser por un tiempo tan irrisorio llamado “vida humana.”
¡¡Lo triste del caso no es la dificultad de alcanzar dicho oro; tremendo y suculento manjar!!
Lo triste que rodea a Venus, Afrodita; es el olor a carroña que despide; los buitres y otros animales irracionales buscan en ella el poco evolucionado y efímero placer sexual; y uno más desarrollado como el ego.
Sin saber que la verdadera belleza de una Diosa radica, no precisamente en la cascara dorada; sino en la brisa dorada que irradia su personalidad y propia esencia.

Bella, inútil y torpe Dama de Oro.

lunes, 9 de agosto de 2010

Odio por el espacio geográfico, cultural y social

El odio se acrecienta día a día así como Fritz; mi maestro Fritz dijo que “el simple hecho de tener un alemán me da indigestión”. (Ecce Homo)
Es entonces que veo, que mira mi ser las cosas y los seres que me aborrecen; por no decir precisamente el humano. Ser tan bullicioso que todo lo que quiere lo tiene y lo destruye. (Por ejemplo recursos naturales, la factura aun no ha sido pasada en su totalidad)
El trato, el movimiento y la ejecución de los actos hacia sus semejantes; es tan estúpido, irrisorio y al mismo tiempo triste; ¿es que el humano ha perdido el rumbo? ¿Es que alguna vez fue capaz de tenerlo?
Qué razón tenía entonces el Filólogo que se convirtió en uno de los pensadores mas influyentes del siglo XX y por consiguiente en este espacio de carne que lleva por nombre el mío, llegó a incidir tanto que lo tiene apologizado en un nivel que se pretende alcanzar, que razón tenía entonces a la hora de odiar a una de las culturas que ante el ojo “critico” moderno fue una de las mas prominentes desde los mismos griegos.
Y ahora, hoy no se observa una dirección de mis coterráneos- aunque no tiendo a encontrar una sola característica de los mismos en mi persona; no hay algo que me indique que somos en efecto, coterráneos- donde solamente dejan ganas de dejarlo todo y nunca más volver en un plano físico.
La construcción, la edificación social en la que se encuentra un aspirante a dionisiaco y filólogo pareciese que no tiene bases; y si en dado caso las tiene no me son suficientes, es más; me resultan asquerosas y ofensivas.
El odio no ha hecho más que empezar y luego de empezar solo queda más remedio que alimentarlo, al tenerlo propiamente construido alejarse y odiar a la distancia.
¿Qué hubiese hecho Fritz?
Tomamos el ejemplo planteado en “He aquí al hombre” y no se tomará en cuenta consejo conciso, se tomará un consejo basado en pensamientos propios, evitando así que su misma estatua- que tanto admiro- llegue siquiera algún día a dañarme.

Inexistentes lectores, esperar la continuación de un aforismo que ni de lejos (al menos no en estos proximos 50 años) será tomado en serio....