domingo, 26 de junio de 2011

Una nueva raza

“Simplemente frígida esa mujer, sin ritmo. No sé, porque piensan que se debe hacer toda una alegoría para poder alcanzar su cuerpo. Si al final, el placer efímero que me dan es menos de lo que esperaba que fuese.” En realidad a Víctor sentía una especie de placer al plasmar su imponente querer a las mujeres. Fuese al obtener su cuerpo, a que ellas hicieran lo que el desease o bien, simplemente confundir sus cabezas. “Cabezas con apenas chispas” se decía.

En realidad no se consideraba así mismo como misógino practicante; no existía odio hacia las féminas de su parte. Pero se sentía superior –vaya si lo sentía- y siempre; le gustaba hacer énfasis en ello; de la forma más clara: haciendo realidad la superioridad que el mismo profesaba. No era del género masculino sobre el femenino, era sobre su inteligencia sobre las mujeres que en su camino se encontraban.

“Imbéciles hay en ambos géneros” decía siempre.

Al salir del trabajo un día, al tomar el ómnibus –odiaba conducir vehículo, por algo se había mudado de ciudad. Necesitaba vivir en un lugar donde fuese una ciudad “peatonal”.- leía como siempre, tranquilo (escuchando la música que lo transportaba de lugar sin, quitarle atención a la lectura; “Solo los privilegiados, podemos hacer eso, los genios” el narcicismo era un elemento constante en sus charlas introspectivas.) hasta que alguien tocó su hombro para pedirle asiento a su lado. A pesar que el recinto vehicular lleno ni de lejos, estaba.

¡Angelical! Como Rubén Darío diría pensó; “Hoy me ha visto, hoy creo en Dios”, siempre todo tiene un sentido de ser, sin buscarle sentido; todo tiene una razón en la sinrazón. Aquella mujer de aspecto tan virginal y por cierto, no tonta a su parecer encendió en él, el deseo de conocerla. Porque le parecía una persona inteligente, que se respetaba. No por encontrar, como el resto de ocasiones; sexo y supremacía.


Habló con ella durante el trayecto, durante el tiempo que el maldito destino intempestivo dijo “Hasta aquí”, hora y media hablando con Eliza; así decía ella llamarse.
Por la impresión que ella le causo, la invitó a salir (¿Por que no?) a tomar un café. Algo sencillo, simplemente necesitaba exprimir esa atracción e intentar poseerla al mismo tiempo. Ella, no lo pensó; aceptó, parecía que la atracción llevaba implícita la reciprocidad. Simplemente fantástico.
Primer salida, un éxito; atracción metafísica. Varias semanas se consumen.
Segunda salida, la fantasía se transforma en algo tangible. Ella se siente a gusto, Víctor Manuel a su vez, extasiado.
Tercer salida, se da el contacto físico. Ella se da cuenta que, la pasión que lo hacía mover hacia ella, es fuerte. Era dura, magnitud descomunal.
A pesar del tiempo que había pasado. A pesar de la atracción, que entre ellos existía Víctor Manuel no había cambiado, en absoluto. No sentía el porqué debería de hacerlo.
Finalmente, un día quedan en juntarse en el apartamento de Víctor Manuel, ella esperó a que el terminara de….hacer eso que estaba haciendo en su cuarto. Quien sabe que hacia ahí.
Los ojos de Eliza empiezan a tomar el control de la historia. Una librera, con un vidrio precioso, atesoraba más de un centenar de libros. A ningún autor ella conocía. De pronto un libro que nada tenía que ver con el resto llamó su atención: “Neurología Iniciadora: VM”
Una foto en la primera pagina, increíble. Era Víctor Manuel, postrado en una camilla con varias partes del cuerpo abiertas y dentro, en lugar de partes humanas parecían luces que brotaban. Siguió leyendo y encontró líneas confusas; “Transformación de Hipotálamo, sentido del oído, nuevo centro de mando y demás avances humanos. El paciente, luego de sus operaciones ha llegado a optimizar sus comportamientos. Agilizar sus sentidos, obviar emociones que considere nocivas. Es decir, de una forma consciente controla su propio cerebro, siente lo que desea sentir únicamente”

Ella boquiabierta y con los ojos llenos de lágrimas, no podría creer que existieran seres humanos, si se les podría llamar así; que jugaban a ser un Creador y peor; corregir su trabajo. Abominable.
“¿Es que no lo ves? Soy yo, el inicio de una nueva raza. Un Superhombre. El legado que inicia conmigo donde el ser humano, deja de lastimarse; pero puede sentir el placer y lo busca. Lo busca y se larga. ¿Qué mas cosa que el placer en esta vida necesitamos? No soy un humano, he logrado por medio de años de estudio de mi padre, con ayuda de la tecnología ser, simplemente; magnifico”

Se abalanzó hacia ella con una rapidez envidiable, la besó. Ella lloraba; pero sentía que no podría alejarse nunca. Este era un nuevo lugar.
“Te doy dos opciones. La primera la puerta que esta atrás tuya se puede abrir si usas tus manitas. No me importas por lo que puedas sentir por mí. Y te digo y afirmo, no te quiero ni querré. La segunda, quédate entrégate a mí y si veo que tienes las aptitudes necesarias te hare la segunda de mi especie. Si no las veo, te vestirás; dejaras aquí tu integridad y cada vez que quiera, porque de esa manera será, te volverás a entregar hasta que me aburra, entonces. ¿Qué será?”

El silencio inundó la sala, no se podía respirar entre ellos dos. El fue tajante, a ella le dolió. El no quiso saber más de ella en ese sentido, las emociones para el eran algo obsoleto. Para ella, era la única forma de afrontar esta vida, vida llena de dolor.

Ella, se levantó. Caminó en dirección a la puerta, su figura se miraba gracias a la poca luz que entraba desde la ventana.

“¿Qué esperas para irte?”, espetó el en un tono duro y tajante.

No me iré, solo me asegurare que la puerta este cerrada debidamente. No quiero que nadie sepa, no quiero que nadie mire, no quiero que nadie oiga lo que estamos a punto de hacer. Mi conciencia no debe saber jamás que fue lo que pasó. Me has ganado, no me puedo ir, no deseo irme. Atrapada estoy a ti”

En ese momento, la sensación de poder recorrió su espalda, sabía que había ganado una batalla, sin importancia. Pero una vez más la voluntad, egoísta y masculina venció. La presión emocional, la química y la sensibilidad habían abandonado esa sala mucho tiempo atrás, para no volver jamás.

Terminó, con una mirada de anhelo y de satisfacción en su rostro. Tenía el poder, dolor y la soledad, una victoria impecable. Una victoria de una nueva raza que se disponía en sus manos empezar a generar más de su especie.
El Superhombre ya existía, no era humano. No era algo artificial; era controlable y calculador, era sin duda; mucho mejor.

No hay comentarios: