domingo, 19 de junio de 2011

Susurro

Abrí los ojos, no era siquiera hora de despertar. El cielo a esa hora aún ni existía. La frente dolía de forma imperiosa, un sabor a opio dominaba mi paladar.
El silencio azaroso se hizo presente.

“No te debes occidentalizar en un sentido marital. El amor como lo crees concebir desaparecerá. No tienes la menor idea del daño que puedes a un ser humano hacer sentir. Tu primogénito, tu sangre; a la que hoy en día se exalta como alegoría, sufrirá a costa de tus errores. A costa de tu cobardía sin resolver. Avisado estas ya, la mocedad con dolor inicia y así merma la ilusión por la compañía. Antes las puertas de una segunda escapada estás. ¿Te crees capaz de conseguirlo? ¿La cobardía mortal se apoderó de ti ya? ¿Qué esperas entonces para actuar? ¿Qué esperas para encontrarnos en el camino? Tu decisión es entonces, ya sabes lo que es el dolor. La soledad es mucho más vigorosa. De ti depende elegir tu humor, la intoxicación puedes curar y un sentido de enfermedad poder ignorar.”

El ruido regreso en el silencio. Mi cabeza se vio nublada una vez más. El cansancio hizo su efecto, los ojos volví a cerrar. Esa idea en mi moraba ya.

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