domingo, 12 de junio de 2011

Palabras Silenciosas

Escucha atento mujer. Esto a nadie se lo puedes decir. Debes por una vez en tu vida, callar la boca y atender las palabras que a tus inútiles oídos llegan. ¿Puedes hacerlo?

Entonces bien, lo siguiente te lo voy a susurrar. No quiero que el viento ose en llevarse mis palabras para que de esto una historia se pueda contar. ¿De acuerdo?

Debes saber lo siguiente; debes saber que un día me pudiste cautivar. Aplaudo tu esfuerzo, reconozco tu encanto. Además que; tus labios tienen un veneno que hipnotiza. La historia me ha hecho fuerte; no fue del todo tu encanto. No fue suficiente ese encanto que emanas hacia los hombres. No tienes todo lo que se necesita. ¿Comprendes?

Tus manos eran seductoras. En tu cintura me supe desencontrar, supiste con tus caderas llegar me a convencer que lo impensable se podría dar. Al final, pude con un poco de esfuerzo volver a mi naturalidad. Tienes esas cosas que pueden a un hombre la cabeza hacer perder, pero en nuestro trayecto nunca tuyo me reconocí. ¿Lo escuchaste bien?

Pero mujer, no te desanimes. Te sabes cómo eres, ni tu puedes creer tus palabras. Tú sabes quién eres y a cuantos quieres. Pero te digo lo siguiente; no debes decirle esto a nadie. Antes de irme, tu boca quiero.

Debes saber una cosa, que te la reconozco estando solos. Que cuando te veo sin realidad me puedes encantar. Nunca debes decir mujer; pero debes saber qué; si hubo un día que mis pies a casa no supieron regresar. Pegado a ti, viendo tus ojos, susurrando peligrosa mujer; que existió un día en que la victoria tuviste.

Si hubo un día en que tus besos llegue a extrañar.

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