jueves, 11 de diciembre de 2008

Debilidad y Crisis de los Partidos Políticos

Los partidos políticos deben ser aquellas asociaciones de personas que comparten metas, proyectos, objetivos e ideologías comunes y buscan acceder al poder político de una nación determinada. Sin embargo es más importante resaltar su papel de entes representativos y canalizadores de las demandas y anhelos del pueblo, deben más que un vehículo de acceso al poder, ser la maquinaria destinada a concentrar la participación y representatividad de los ciudadanos y convertirse en la esfera en donde estos forjan el pleno ejercicio de sus derechos políticos. Guatemala es hoy un país en el que afirmar lo anterior es mentir, para ello las eternas pruebas que lo confirman.

En cuestión de meses los principales partidos políticos que ejercen la representación de los votantes en el pleno del congreso se han visto envueltos en pugnas y disputas que dan como resultado la ruptura de sus filas y la pérdida de algunos de sus principales cuadros políticos. Tal fue el caso del ex - diputado del Partido Patriota Abraham Rivera y sus dos hijos quienes abandonan la organización tras algunas disputas de carácter interno y anuncian días más tarde la formación de un nuevo movimiento que será nombrado Victoria. Después de estos sucesos el siguiente partido afectado fue Encuentro por Guatemala, uno de los pocos que ha destacado en el Organismo Legislativo por su honestidad, trabajo y constante fiscalización, encabezado por la muy respetable Nineth Montenegro, la cual parece por su popularidad mediática y reconocida honorabilidad, haber sido utilizada como vehículo político para alcanzar las curules por antiguos diputados que militaban en dicho partido. La situación es crítica Nineth se queda sola sin apoyo alguno para formular sus proyectos de ley y con no más opción que la de alinearse a otras agrupaciones para no perder su participación y liderazgo.
La tercera trifulca que desboco en el abandono de un partido por parte de diputados la protagonizo el partido oficial UNE, del cual se retiraron nada menos que diez legisladores no conformes con los procesos internos de elección a secretario general y jefe de bancada respectivamente, por lo que en apoyo al también legislador Manuel Baldizón, quien ha mantenido desde hace meses una disputa constante con la directiva, abandonaron sin más el partido y se convirtieron hasta hoy en una “bancada independiente”. Por si fuera poco y para no quedarse fuera la GANA también empezó a resonar internamente, pues el secretario general interpuso una denuncia ante el Tribunal Supremo Electoral en contra de el secretario general adjunto Manuel Barquín y la diputada Virna López, a ambos se les acusa de recibir una suma de dinero a cambio de su apoyo a la aprobación del Presupuesto General de Ingresos del Estado para el período 2009, además de que el primero habría presuntamente remitido documentos al TSE en calidad de secretario general, función que no le compete, pues esta calidad la ostenta únicamente Álvaro Aguilar.

Todas estas vergonzosas situaciones demuestran que la mayoría de los diputados al Congreso de la República son todo, menos dignatarios de la nación, como lo reza en su artículo 161 la Constitución Política de la República, es también lamentable que Guatemala siga careciendo de liderazgo político real, y de proyectos claros de partido político que muevan masas y realicen cambios estructurales tangibles, todo lo que se observa en el horizonte nacional, es clientelismo, pago de deudas, compadrazgo y negocios políticos que atacan a diestra y siniestra, perpetuando la errónea premisa de que cambiar de organización política es tan fácil como cambiarse el saco. Es necesario reformar radicalmente la clase política guatemalteca y agregarle a la que vaya surgiendo valores, lealtad y amor a la patria, así como aplicar una fuerte reducción de la ambición que caracteriza al funcionario, en donde el congresista, o empleado de cualquier dependencia u oficina estatal, se conforme cada mes con su cheque y no busque transar los intereses del pueblo en miras de mejoras su estatus social, político y económico, lo único a lo que un funcionario público debe aspirar es a servir con honor a quien su puesto y calidad por definición predeterminada le indican.

El Imparcial

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