domingo, 14 de diciembre de 2008

De prófugo a una especie de héroe

Héroe nacional parece ser el calificativo con el que inexplicablemente se identifica al ex presidente de la República Alfonso Portillo Cabrera por parte de algunos grupos que sin duda saben lo que políticamente representa formar parte del séquito de este personaje.
A todos sorprendió el arribo a Guatemala de ex mandatario quien en sus primeras declaraciones en territorio nacional manifestara su deseo de someterse voluntariamente a la justicia guatemalteca, tesis que resulta irónica, cuando él mismo tuvo cuatro años para realizar la “noble acción” de entregarse. Aun así fue ligado a proceso por el delito de peculado imputándosele la transferencia anómala de 120 millones de quetzales al Ministerio de la Defensa cuando ejercía la presidencia. No obstante y muy a pesar de haber sido atado a la justicia, se le otorgo una fianza de Q 1 000,000 que al cancelar lo llevo de regreso a su casa fresco como un pez, y con aires de ser el líder que la gente esperaba. Resulta a todas luces ilegal la imposición de una caución económica que no esta ni remotamente cercana a la suma defraudada, pues es lo correcto en el ámbito de la justicia penal, que las cauciones impuestas sean relativamente proporcionales al delito cometido, en este caso 120 excede indudablemente a 1 millón de quetzales, por lo que Portillo debió enfrentar la prisión preventiva.
Prisión no solo por la suma que se le obliga a pagar que como se dijo no guarda relación con el monto sustraído, si no también prisión por el hecho de que Portillo tiene antecedentes concretos de obstruir los procesos penales, figura que tipifican precisamente nuestros códigos penales, pues es obstrucción a la justicia huir de ella, como en el pasado lo ha hecho nuestro “héroe”, ya que no solo huyo en 2004, si no que lo hizo también del estado de Guerrero México en 1982, cuando era sindicado por los delitos de homicidio en contra de dos jóvenes mexicanos, homicidio en grado de tentativa en contra de un tercer joven, y el delito de lesiones graves, obstáculo que Portillo astutamente eludió despareciendo, y reapareciendo únicamente cuando el delito había legalmente prescrito, con lo que el mismo quedo oportunamente impune. Si no le otorgaban la prisión era al menos justo, legal, y ético que se le impusiera un arraigo y un embargo bancario que suponen medidas un tanto más severas, que acudir cada lunes a firmar un libro.
Con todo ello no comprendemos que sucede con la autoridades judiciales de nuestro país, pues el tratado de extradición con México, dicta claramente que el gobierno que reclama, en este caso Guatemala, puede solicitar al Gobierno que remite en este caso México, la acusación por mas delitos atribuibles al sindicado, ya que siendo Portillo la autoridad mas alta dentro del gobierno y siendo durante su administración cometidos mas de 10 delitos de corrupción por el que cumplen prisión o han sido liberados mas de 14 funcionarios, el debió obligatoriamente participar directa o indirectamente en cada uno de esos delitos como cómplice u autor material, ya que “sus” funcionarios durante “su” gestión fueron los implicados.
A pesar de las facilidades y ayuda finalmente proporcionada por la Procuraduría General de México, Portillo camina en paz y con planes reales de acceder nuevamente al poder utilizando sus contactos y los que su nuevo capital le puedan financiar, pues es sabido que hoy el PAN, UCN, y el inseparable FRG quieren establecer alianzas políticas con el ex funcionario, y este busca sin duda una alcaldía, una diputación o cualquier otro puesto que lo ponga en el foco público otra vez. Esto es totalmente inaceptable, no podemos permitir que personas que han despojado las arcas públicas y las finanzas del pueblo de Guatemala vuelvan impunemente a las altas oficinas del Estado para continuar transando y jugando con nuestra suerte, a costas del esfuerzo y la gana de los buenos ciudadanos.

Armando Diéguez

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